Una noche de unicornio…

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Hoy es uno de esos días en los que siento que la vida me guiña un ojo. La chamba va de maravilla, acabo de cerrar un trato que me tiene brincando de gusto, y mi cabello castaño, recién retocado, brilla con el sol de Torreón. A mis 35, sé quién soy: una mujer fuerte, independiente, que disfruta de su libertad y de cada faceta de su sexualidad. No me ando con rodeos y me gusta explorar. Por eso, hace unos meses me aventuré a descargar esa app para conectar con otras parejas… y hoy, ¡hoy fue el día!

Conocí a Sofía y a Marco hace un par de semanas a través de la aplicación. Desde el primer chat, hubo una vibra increíble. Ella, con su sonrisa contagiosa y sus ojos pícaros; él, con una presencia tranquila pero magnética. Hablamos de todo, de nuestros trabajos, de nuestros viajes, y por supuesto, de lo que nos atraía en este tipo de experiencias. Me encantó su apertura y su honestidad. Quedamos en vernos para tomar un café «en terreno neutral» antes de cualquier otra cosa, y esa cita fue un éxito rotundo. La química era innegable, y la conversación fluyó como si nos conociéramos de toda la vida.

Hoy por fin se dio. Me invitaron a su casa para una «noche de película y copas». La verdad es que mis nervios estaban a flor de piel, una mezcla de emoción y esa cosquillita deliciosa de lo desconocido. Me puse ese vestido negro que sé que me sienta de maravilla, tacones, y un toque de mi perfume favorito. Me gusta sentirme poderosa, y esta noche, quería estar en mi mejor versión.
Cuando llegué a su departamento, me recibieron con abrazos cálidos. Su hogar es acogedor, con una luz tenue y música suave de fondo. Nos sentamos en la sala, con una copa de vino en la mano, y la plática siguió fluyendo. Hablamos de películas, de viajes, de planes futuros. Poco a poco, el ambiente se fue volviendo más íntimo. Sus miradas se cruzaban con la mía, y sentía la tensión crecer, una tensión exquisita que prometía algo más.


Sofía fue la primera en romper la barrera física. Mientras Marco ponía otra canción, ella se acercó a mí en el sofá. Su mano se posó suavemente en mi pierna, y sus dedos comenzaron a subir lentamente por mi muslo. Su mirada era intensa, y me sentí completamente atrapada en ese momento. Le devolví la mirada con una sonrisa cómplice, y mi propio cuerpo empezó a responder.

Marco se unió a nosotras, sentándose a mi otro lado. Su presencia era reconfortante, no invasiva. Su mano encontró la mía, y entrelazó nuestros dedos. Sentí una conexión inusual, poderosa, con ambos. No era solo la anticipación de la pasión, sino una verdadera comodidad con ellos. Nos quedamos así un rato, las manos entrelazadas, las miradas profundas, el silencio lleno de significados tácitos.

Después de un rato, Sofía se inclinó y me susurró al oído con una voz ronca que me erizó la piel: «¿Quieres que subamos a la habitación?» No lo dudé ni un segundo. Asentí, y los tres nos pusimos de pie.
El camino a su habitación fue lento, cargado de una expectativa palpable. Una vez dentro, la atmósfera era aún más sensual. La cama estaba deshecha, con sábanas de seda que invitaban a la intimidad. Sofía encendió unas velas aromáticas, y el suave resplandor danzaba por la habitación.

Marco me ofreció su mano para ayudarme a quitarme los tacones. Luego, con una delicadeza que me sorprendió, Sofía desabrochó mi vestido. Sentí el aire fresco en mi piel mientras la prenda se deslizaba al suelo. Ellos también empezaron a desvestirse, sus movimientos sincronizados, sus ojos fijos en los míos. No había prisa, solo una invitación silenciosa a la exploración.
Cuando los tres estuvimos desnudos, la inhibición se desvaneció por completo. Me sentía libre, poderosa, completamente en control de mi propio deseo. Sofía se acercó a mí primero. Sus manos exploraron mi cuerpo con una suavidad increíble, sus dedos trazando la curva de mi cadera, subiendo por mi espalda. Su aliento cálido en mi cuello me provocó un escalofrío delicioso. Entonces, sus labios encontraron los míos en un beso lento y profundo que me hizo excitarme rápidamente.

Marco se unió al beso, sus brazos rodeándonos a ambas. Sentí su calor contra mi espalda, su aliento en mi oreja. Era una danza de cuerpos, una sinfonía de sensaciones. Nos movíamos al unísono, explorando cada centímetro de piel, cada curva, cada recoveco. No había prisa, solo el disfrute del momento presente, la conexión de tres almas dispuestas a entregarse al placer sin reservas.

Las caricias se volvieron más atrevidas, los besos más intensos. Sentía cada beso, cada roce, cada suspiro amplificado. Era una experiencia multisensorial, donde cada sentido estaba encendido. La piel contra piel, el aroma de las velas, los gemidos suaves que escapaban de nuestros labios. Me sentía completamente presente, completamente viva.

La noche continuó en un torbellino de gemidos y orgasmos. Cada uno de nosotros era tanto el dador como el receptor del placer, en un flujo constante de dar y recibir. La comunicación era clara, sin necesidad de palabras, solo a través de gestos, miradas y los sonidos de nuestra excitación.
Cuando todo terminó, yacíamos los tres en la cama, entrelazados, exhaustos pero eufóricos. El cansancio era dulce, una señal de la intensidad de lo vivido. Sentí una paz profunda, una satisfacción plena. No solo fue la explosión de placer, sino la conexión emocional que se había forjado en esas horas.

Me desperté esta mañana en mi propia cama, el sol filtrándose por las cortinas. La noche anterior se sentía como un sueño vívido, pero la sensación de bienestar y la ligera pesadez en mis músculos me confirmaban que había sido muy real. Sonreí. Sofía y Marco son una pareja increíble, y la experiencia de ayer superó todas mis expectativas.

No es solo el sexo, aunque fue increíble. Es la libertad de ser yo misma, de explorar mis deseos sin juicios, con personas que entienden y comparten esa misma apertura. Es la conexión, la confianza, la vulnerabilidad. Hoy siento una energía renovada, una chispa que me impulsa.
Definitivamente, esto no fue solo una aventura de una noche. Siento que es el comienzo de algo. Ya me mandaron un mensaje diciendo que les encantó la noche y que esperan repetirlo pronto. Y yo… yo ya estoy deseando que llegue ese momento. La vida es corta, y está hecha para ser vivida con intensidad, ¿no creen?

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