Los nuevos vecinos

Me atreví a escribir este relato, espero poder transmitir las sensaciones que me causó la experiencia.

Soy una mujer casada pero me considero muy caliente; tengo dos hijos, uno de 15 y uno de 9 años y vivimos en una de esas colonias cerradas nuevas al oriente de la ciudad. Mi esposo Carlos y yo tenemos una relación normal diría yo, nos tiene a mis hijos y a mí de buena manera, tenemos una vida demasiado tranquila, y con eso me refiero a que es bastante rutinaria.

Carlos trabaja casi todo el día, mi día empieza con preparar el desayuno mientras él los alista, me encargo de llevarlos a la escuela, voy al gimnasio un rato, regreso a preparar la comida, él llega a comer y se vuelve a ir, y me queda atenderlos a ellos y la casa hasta la noche que llega, cenamos algo, él sale a pasear al perro mientras yo lavo los trastes, vemos alguna película y nos quedamos dormidos.

Hace como medio año o un poco más, llegó a vivir a la casa de junto un matrimonio más joven y sin hijos, desde el día que llegaron se notaba que eran muy risueños y escandalosos, mientras hacían su mudanza no pararon las risas, juegos y gritos. Pero lo verdaderamente fastidioso (incrédula yo) fue en la noche, la muchacha era demasiado…mmmm…escandalosa y creativa para las frases.

Al principio me molestaba mucho, pues pensaba que si yo los escuchaba, mis hijos y mi esposo obviamente también los escuchaban.

En fin, a las pocas semanas, ya había rumores de las vecinas de las casas cercanas, ya saben, chismes de señoras quejándose por la tipa ésta, que salía en la mañana a trabajar, muy educadita saludaba a todas, pero la verdad a algunas ya nos caía mal a pesar de no conocerla o haber cruzado palabras.

Pero en una ocasión que salió y empezó de nuevo el tema, lo que dijo una de las vecinas cambió mi perspectiva por completo, y es que tenía un buen punto, que si la muchacha era así de escandalosa y sin pena, debía ser porque su marido era muy bueno!.

Las noches a partir de ahí cambiaron para mí, me ponía caliente empezar a escucharlos así que empezaba a cachondear a mi marido, que imagino al escucharlos también se ponía caliente mientras yo les daba competencia con la acción.

Pero un día fue diferente, ya que mientras estaba montando a mi marido, además de que estaba sintiendo bastante rico, el escuchar a los vecinos y hacer consciente lo que estaba sintiendo físicamente en ese momento, fue algo que me excitó y gocé bastante, pero descubrí algo que no esperaba, pues Carlos acabó y yo seguía con unas ganas de más, y lo más frustrante fue que seguía escuchando a la vecina, ella seguía gozando y gozó por un buen rato más!.

Desde esa noche, empecé a mirar con otros ojos al vecino, era un hombre más joven que yo, tengo 45 y él se veía de unos 30. Poco a poco empecé a comportarme un poco más suelta cada que lo veía, ya que él trabaja por turnos variables en una fábrica, y su esposa tenía una tienda de no sé qué.

En una ocasión, mientras yo regresaba del gym, me lo encontré en su auto y me ofrecí para abrir el portón y pudiera salir, me agaché lo más coqueto que pude y noté que puso su mirada en mí.

«Gracias vecina, la próxima me toca a mí hacerle el favorcito» ¡y se fué!

Me pasé el resto del día pensando, este cabrón es de los facilitos, y me propuse a ver qué pasaría.

Al día siguiente, después de pensar cómo podría hacerlo, me puse más coqueta y me fui a llevar a mis hijos al colegio, al regresar el vecino lavaba su coche según esto, me saludó y me dijo: «¡Bueeeenaaaas vecina!!» con tono coqueto, y yo sabiendo que nadie me veía, risueña le contesté: «¿Crees?»

Él sonrió y me dijo: ¡Por supuesto!

Yo sólo atiné a responderle con una sonrisa pícara y le dije: ¡Bueno pues ya lo sabrás!, abrí mi puerta y me metí a la casa.

Nerviosa y emocionada me dije, es ahora o nunca. Me solté el cabello, me perfumé, me puse zapatos altos. Me asomé por detrás de la cortina y seguía afuera, así que le toqué desde la ventana de adentro de mi casa, en cuanto volteó le hice una seña de ¡¡Ven!!

Caminó y le abrí la puerta, entró y le pregunté lo más cachondo que pude:

¿Te dejan socializar? Y le di mi mano, él la tomó y le dije: en serio, ¡de verdad necesito que me hagas lo que haces a tu esposa!

Ufff… se fue directo a mi boca, me besó lamiendo mis labios, me los mordía, me apretaba las nalgas taaan rico, me empujó a la pared, y tal cuál como lo haría un policía, abrió mis piernas con las suyas, me empezó a recorrer desde las rodillas hasta tocar y acariciar lento mi vagina q ue ya estaba caliente y súper mojada. Me rozaba también con su rodilla, mientras me besaba mis tetas, metió un dedo, luego dos, luego tres y repetía, me hizo venir con sus dedos hábilmente.

Luego bajó, puso una de mis piernas en su hombro y me lamió toda mi cuquita, me hizo tener una venida tan deliciosa y vi cómo lo disfrutó mientras me seguía comiendo, que yo ya le pedía entre gemidos que me la metiera, quería sentirlo entrando pero no me la daba. Me hizo rogarle y eso me puso peor; me llevó a la cama y me quitó la tanga, me metía solo la punta y luego de golpe me la daba completa, aquello era una delicia, su pene tiene una curvatura tan rica, que yo sólo sentía que quería orinarme. Él seguía y me metía su mano en mi boca mientras con la otras me ahorcaba, me empujaba con cada embestida que yo tenía los ojos en blanco, era una fuerza tan varonil, que me hizo acabar dos veces más así.

Cada orgasmo era más intenso, no sabía que podía temblar así; me siguió dando en 4 y me sujetaba la cabeza para tenerla sobre la cama, me nalgueaba y se la pasaba rozándome y golpeándome el clítoris con su pene, y me la metía nuevamente hasta el fondo, cuando me dijo que iba a venirse, yo sola me giré y le ofrecí mi boca, ¡algo que nunca había hecho ni con mi esposo!, no sé por qué lo hice pero sentí el arranque de hacerlo, tenía que dejarle clara mi experiencia y mi calentura para darle ganas de repetir!.

Cuando acabamos, se fue de prisa, yo tuve que cambiar mis sábanas y secar el colchón, ya que aquello quedó mojadísimo!.

Salí por mis hijos de una manera tan tranquila, tan complacida, me sentía caminando tan sexy, no sé… me sentía una mujer plena, fue algo delicioso, rico… Repetimos muchas veces más hasta que supongo por ahí se dieron cuenta los vecinos y mi marido puso cámaras afuera de la casa, nunca me dijo nada, pero «supimos» que se cogió a algunas otras vecinas, y supongo que por eso, tristemente para mí se mudaron.

Le perdí la pista, pero si hay mujeres leyendo esto, sólo les diría: ¡no se queden con las ganas de nada! total, secretos tenemos todos.

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